Hace años no era infrecuente que el crítico de arte,
analizando un cuadro de una exposición, escribiera en su reseña sobre el “hondo
lirismo que se observa en el cuadro”, señal de que no había entendido demasiado.
El género de la poesía visual, que arranca del siglo IV antes de Cristo, es
decir, mil años antes que el soneto, y ha tenido un desarrollo más o menos
sostenido en todas las épocas, hasta el presente, comenzó una etapa de máxima
realización con el inicio de las vanguardias, en las primeras décadas del siglo
XX, es decir, el momento en que se produce la ruptura de las barreras entre las
artes y los géneros en busca de un arte total: Ya lo había insinuado Bécquer:
“palabras que fuesen a un tiempo, suspiros y risas, colores y notas”, idea muy
parecida a la que más tarde planteó Rimbaud. Se ha roto la obligación de que el
arte ilustre, analice o explique la realidad y cada una de las artes tiende
entonces a la materialidad de sus propios lenguajes: la pintura se centra no ya
en contar la realidad, sino en experimental con los colores y las formas en el
plano del lienzo; la escultura investigará sobre el volumen con su propia
materia, el mármol, el barro, la madera e incluso el hierro; la música se abre
a todo tipo de sonidos, no sólo los armónicos, y la arquitectura se centra en
las posibilidades técnicas de contener un espacio. En esta experimentación con
los lenguajes se llegará a las confluencias: la escultopintura
(es decir, pintura en volumen), el acercamiento de la arquitectura a la
escultura, etc. De hecho la ópera y más tarde el cine llegarán a ser la plena confluencia de las artes:
literatura, música, color, movimiento, etc.
También la poesía empieza entonces su proceso de atención al lenguaje en sí mismo y no
porque sirva para contar cosas. Esa búsqueda sobre el idioma en sí mismo, que
ya representa Mallarmé, llevará la
atención sobre las dos
posibilidades de proyección del idioma: la escrita, o la oral, es decir, el
acercamiento hacia la pintura, hacia la música e incluso hacia la escultura, de
donde surge la poesía visual, la poesía fonética y el poema objeto. Tras la
segunda guerra mundial es cuando se produce la eclosión de esto que hoy
llamamos poesía experimental, que engloba desde el Letrismo, el concretismo,
Oulipo, el happening, hasta el mail art.
En España, con los antecedentes del ultraísmo y el postismo,
se inicia la poesía experimental en los años sesenta, teniendo su verdadero
desarrollo desde inicios de los setenta, en que surgen revistas y grupos en
muchas provincias españolas, con ciclos de conferencias, exposiciones y demás
actividades. Allí empezamos algunos de los llamados pioneros, tanto en la
creación como en el estudio de este campo, poetas y estudiosos que ya superamos
todos las seis décadas de edad, algunos bastante por encima. En Sevilla Pablo del Barco y yo fuimos
los primeros en crear e intentar difundir la poesía visual. Yo mismo monté un
pequeño ciclo en la Universidad, y Pablo fue el primero que proyectó, ya con
fuerza en la ciudad, un ciclo-exposición histórico, “Concretismo 80”, en ese
año.
La poesía visual ha tenido desde entonces un enorme
desarrollo, con repercusión internacional de los autores españoles, si bien
sigue siendo en España algo todavía minoritario, fuera de los ámbitos
artísticos. Han surgido ya
revistas y antologías de peso y desarrollo comercial, e incluso hay cierta
información al alumnado en algunos colegios e institutos, aparte de que, que yo
sepa, hay ya seis o siete tesis doctorales.
De hecho en la Feria Internacional del libro de Guadalajara
(Méjico), que hace unos años se dedicó a Andalucía, Pablo y yo fuimos invitados
para llevar una pequeña muestra de nuestros texto, en representación de los
poetas visuales.
En oros actos en que participé en Cuba y Colombia, pude
comprobar que este tema tiene allí interés y conocen a nuestros autores.
En esta nueva revista EL PEZ QUE PESCA, que dirige Pablo,
convocados sobre el tema del espacio, se incluyen en este primer número algunos
de aquellos pioneros, como Antonio Gómez, o José María Calleja y algunos de los
más destacados autores y difusoress de este tipo de poesía en España, como
Francisco Aliseda, Julián Alonso, o Gustavo Vega.
12 son los apóstoles de este primer número y pueden servirnos
de ejemplo de las diversas líneas que se observan en la actual poesía
experimental, desde los ejemplos ideográficos, los que se construyen
exclusivamente con la palabra y la letra, los que tienden a equilibrar imagen y
palabra, o los que se centran en la plasticidad pura.
El punto en común puede explicarlo una nueva fórmula de la
literatura tradicional que se viene desarrollando en los últimos años, el
microrelato, una o varias frases que condensan toda la idea. Este tipo también está emparentado con
otra fórmula que hoy parece revitalizarse, la máxima.
RAFEL DE CÓZAR
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