jueves, 13 de junio de 2013


EL CARRO DE LA LEJÍA, 13 junio 2013
Los viejos, al crematorio
Está claro, el presidente del gobierno es un pusilánime de cuidado. La que está organizando, sin necesidad, con el tema de las pensiones que siempre prometió no tocar... Le propongo la solución definitiva: ordenar la muerte de todos los mayores de 67 años, por decreto, claro, que tan bien se les da a estas cumbres del pensamiento que forman el gobierno. La muerte se haría por ingestión de una droga eficaz, no importa si dolorosa o no, que el muriente habría de comprar en la farmacia por el sistema del copago. Antes de morir dejaría en orden la liquidación del entierro y de la incineración. Nada de tumbas, que hay que ahorrar suelo público para poder edificar; los pobres constructores estás tristes y alicaídos por la falta de trabajo y muchos sin saber qué hacer con el dinero de la droga, cómo disimularlo. Habrían de dejar los jubilados solucionado el tema de la herencia: todos testarían a favor del Estado, menos su Jefe, que tiene bula. Los dineros obtenidos irían a parar al Fondo de Corruptos de la Nación, presidido por Iñaki, el mago del balonmano e insigne vendedor de favores, adscrito a la bula. En ese momento ya tendrían un Cuerpo de Honor para poder recibir las herencias y seguir viviendo a cuerpo de rey, manteniendo sus privilegios en un país ahora más limpio sin la mugre de los viejos.
Nos ahorraríamos diez sueldazos, de los “expertos” en pensiones, que regresarían a trabajar en sus bancos y empresas privatizadoras para inventarse algún que otro concepto con que enriquecer a sus empresas y reforzar la expropiación de las humildes viviendas de los españoles hipotecados, que vivirían ansiosos de que llegara el día de gloria de sus 67 años y la entrada en el paraíso de la tranquilidad. Allá en el cielo se les facilitarían gratuitamente entradas, con IVA superreducido, para ver partidos de fútbol de sus equipos favoritos, cada día más “estentóreos, que decía uno de sus presidentes, más orondos con una deuda no fiscalizada que ya no se podría pronunciar por lo descomunal. Cultura, siguiendo el ejemplo de los ministros, ya no habría; ¿para qué sirve? El IVA cultural estaría tan por las nubes que nadie se iba a preocupar por la lectura, el cine, o el teatro, ahorrando en epígrafes, quedando vivo y reluciente el del fútbol, único deporte permitido en esta felicidad que persigue la felicidad más rotunda. Y la lengua caminaría a sus anchas con el modelo repetido de construir PPramente una realidad con las palabras y nunca aplicar unas palabras a la realidad. La Real Academia AngloEspañola de la Lengua cambiaría su lema: Limpia (la pasta), brilla (en los bolsillos de los políticos) y da esplendor a sus académicos, bajo la advocación de San Vicente Ferrer, santo patrón de los santos economistas. La RAE (Rapiña Autorizada Endeudante) te rrae, te lo limpia, da brillo a sus mayores y fortalece los bancos redimidos. Real (aquí todo es Real, del Rey), Árnica (aquí todo se ha de curar) para Envejecer (aquí sin consuelo final).
Al Ejército se le daría una isla desierta para contentarle y gastar munición a lo loco, porque las fábricas estatales y privadas (tal vez de algún miembro del gobierno, enorme garantía) no deberían dejar de producir más muerte. Y la Iglesia tendría sus diezmos como en la antigüedad, sólo de los pobres. Los ricos contribuirían a la Iglesia únicamente con sus confesiones y comuniones diarias. ¿Y la Justicia? ¿para qué? Seríamos la envidia de Europa y del Mundo; ¿pueden imaginarse un país más equilibrado, apático, y menos conflictivo?
¡Ah, los nietos!, ajenos a los caprichos de los innecesarios abuelos, se harían más fuertes por el escaso proteccionismo, y los padres se las ingeniarían para sobrevivir con escasos sueldos y algo de trapicheo; la caída de la demografía llevaría implícita una caída también de la economía sumergida; todos serían funcionarios, incluso los trabajadores industriales, para mayor control, gloria y riqueza del Estado y de su Gran Jefe. Educadores no harían falta, afectados todos por la necesidad de ganar y gastar dinero a mansalva, la pobre mansalva de los pobres o la mansalva derrochona y barcenera de los ricos procedente de los pobres. Todo estaría privatizado para favorecer en el individuo sus armas en la lucha por sobrevivir, como espartanos los pobres, como emperadores de los pobres los ricos. En medicina sería cuestión de sobrevivir hasta el advenimiento, ya próximo, de las enfermedades públicas para ser tratadas en los hospitales privados.
Como ven, nuestros viejos sobran, nos hacen la vida imposible. ¿Cómo se dirá “viejo” en alemán, merkalt?
PABLO DEL BARCO

martes, 28 de mayo de 2013


EL CARRO DE LA LEJÍA. 28 mayo 2013
La e-videncia de la in-videncia.
Aquí los llamamos echadores de cartas, videntes, adivinadores tarotistas, quiromantes, astrólogos… Son una plaga en los medios de comunicación. Aparecen en cadenas de televisión, nocturnos muchas veces, sin fijación de sintonía, parece que sin patente legal, propagando siempre su calidad de emisión en directo. Estos “brujos” tienen hartas cualidades: los vemos el mismo día y a la misma hora en dos cadenas diferentes, con diferentes vestiduras, con poblada barba de un día para otro. La calificación de su teatro de operaciones es de lo más variada, en una diversidad cristiano-pagana digna de un estudio específico. A poco que abren la boca dan prueba de su escasa cultura; algunos/algunas pegan unos hachazos temibles al diccionario y a la gramática (la “visícula”, los “glanguios”, la “apófisis”). Algunos tienen la condición de extranjeros, pero no son estos los que peor hablan. Y todos exhiben la virtud de redentores; del cuerpo, aventurando soluciones médicas, perturbadoras, para sus “clientes”, o del alma, después de haber sacudido la intimidad con, por ejemplo, noticias de la traición de un marido en una pareja estable.
Como no me gusta escribir a humo de pajas me he sometido a sus adivinaciones, augurios, consejos…, que transcurren en una sintonía cariñosa: “mi amor”, “mi vida”, “gloria mía”, “mi vida bonita”, “corazón” mío”…; es el trato, que no solo suena a falso sino que es tan falso como su familiaridad. Así inician el diálogo, después de esperar minutos preocupantes con el teléfono desgranando las altas tarifas del contacto. Cuando el e-vidente vidente-in-vidente parece medio serio, observas sus preguntas, el modo en que las articula, cómo los consultantes les ponen la respuesta “a huevo”, aunque a veces patinan de la manera más brutal: hombres que, a toda costa, van a encontrar la mujer de su vida siendo neta e indudablemente homosexuales; maridos que les ponen cuernos a su mujer, cuando han fallecido tiempo ha; un hijo que anuncian volverá al seno materno cuando nunca salió de él, meteduras de pata que ejecutan contra los consultantes, a pesar de que estos nieguen la mayor; ellos insisten porque “lo dicen las cartas y ellas no engañan nunca”.
Voy a mi caso: consulté, con la mosca tras la oreja, cinco veces, todas con un resultado catastrófico: nada que me pronosticaron sucedió, más bien lo contrario. Empecé a desconfiar cuando una vecina, que era gallega y no teniendo otro oficio mejor empezó a ser consultora por el ofrecimiento de un director de televisión secundaria amigo suyo. Como era gallega se suponía que tenía el ADN de bruja y adivinadora. Tal como desconfié se desarrolló la catástrofe. Cuando uno de estos personajes, flamante, que goza de prestigio en el área, insistió en hacerme un sortilegio para favorecer mi economía, me eché a temblar. En efecto, al día siguiente me llegó una sanción de casi 2.000 euros y mi negocio en sociedad empezó a precipitarse de manera imparable; no me invento nada. De lo que me facturó la compañía telefónica por el tiempo de las llamadas, esperas y consultas, prefiero no acordarme. Pero nunca olvidaré lo inútil de mis consultas, que me dejó un regusto amargo pensando, sobre todo, en la gente humilde y generalmente ignorante que de buena fe llamaba para solucionar su vida, esperando que con las palabras, embaucadoras, falsamente cercanas y también ignorantes de su realidad, lo iban a conseguir.
Hay en este mundillo una situación que favorece a los “videntes”: no existe comprobación de las predicciones, y el resultado negativo no es criticable porque el que consulta y conoce el fracaso teme que caigan sobre él todas las maldiciones de los “brujos”, todo su poder maléfico e inevitable. O, simplemente, se avergüenza de haber acudido a uno de estos sujetos, fracasar y hacer el ridículo; nunca confesarán el fracaso ni la estafa a que fueron sometidos.
Podía hacer una historia de gente estafada y de sus correspondientes estafadores. No hace mucho un juez sentenciaba contra el conocido Octavio Aceves por las profecías fallidas en el caso de la desaparecida Anabel Segura. De los escándalos de Cristina Blanco y las actuaciones de Rappel o de la “despampanante” Aramis Fuster, que cobran cifras astronómicas por sus “trabajos”, corre mucha información. Estos son los “brujos” de la “jet set”, endiosados e intocables. Otros, visitantes, como el argentino Ricardo Schiaritti o "Papa Mustaphá" son muy conocidos justamente por sus visitas a la Justicia. Lo que no se puede es evaluar el dinero que mueve este negocio porque la mayor parte funciona en dinero negro, y el Gobierno no se atreve a meterle mano, no siendo que en caso de hacerlo algún adivinador adivine de verdad los malos pasos que estos aseados y mentirosos muchachos del PP van dando cada día con más inseguridad y arrogancia.
PABLO DEL BARCO

miércoles, 22 de mayo de 2013


EL CARRO DE LA LEJÍA. 22 mayo 2013
El morito chinchón
No es por hacer leña del árbol caído, pero José Mourinho (traducido, Pepe Morito; ay, si la gente lo supiera…) siempre me pareció un cretino, con enorme capacidad para embaucar a cretinos con sus altisonantes manifestaciones, sus huidas, sus silencios, sus acusaciones a diestro y siniestro, enfrentamientos con los medios de comunicación…, garabateando en su mal español que no aprendió a hablar en sus tres años, lo que implica evidente desprecio a los españoles. Yo lo siento especialmente porque soy lusitanista practicante y tanta arrogancia tan mal expresada me molesta, y me fastidia que con su actitud derribe más el pésimo estado del deporte (fútbol) español. Ahora el derribado es él, sobre un césped que quiso dominar como un pequeño dios, pero tanto orgullo sin base y sin arrepentimiento le han llevado a la “automoribundia”, de la que aún se defiende sin el mínimo “mea culpa”. El presidente del equipo, que demuestra saber poco de fútbol y sí mucho de compraventa de jugadores, le ha echado un cable final porque aceptar el fracaso del técnico portugués es reconocer el suyo propio. Mourinho (Morito) se ha defendido alegando que su condición de portugués atrae la antipatía de los españoles. Demonios, hasta donde llega el mal uso del nacionalismo… El técnico ha calculado mal, se ha enfrentado a los jugadores, que son quienes realmente dominan la empresa, de equívoca democracia. La base de esa pseudodemocracia es el dinero: el talento deportivo está en un segundo plano. Y el desarrollo social del deporte se manipula con una actividad constante, enloquecedora, que no permite respiro ni análisis. Hay fútbol todos los días, en copas, ligas y otros enredos que no acaban nunca, que no dejan ver con claridad el panorama social, porque lo llaman género sociocultural y está ubicado en el ministerio de cultura, cuando es en realidad un mosaico de violencia sostenida en su ejecución –llamada competición- que desarrolla una violencia sin límites en sus seguidores.  ¿Te imaginas lo que ocurriría si, durante un año, se paralizara el fútbol en todos los campeonatos? Los españoles buscaríamos otras formas y otros campos de pensamiento, de movernos para aprender nuestros paisajes, volvería el diálogo a las familias los fines de semana, los lunes hablaríamos de otro tema que no fuera fútbol, el dinero de las entradas podríamos aplicarlo a comprar otras cosas, incluso libros, iríamos al depauperado cine español, nos dejarían de atormentar en los telediarios con tanta noticia insulsa sobre este deporte y sus protagonistas. Tener que escuchar las declaraciones de otro tan excelente jugador como, me parece, cretino en lo personal, el “mago” Maradona, ofende la inteligencia. Incluso nos haría menos mansos ante la crisis actual y la presión del grupo de oligarcas que nos quiere conducir como ovejas a un campo de angustia irrespirable creando un terror con el que dominarnos.
Todo, al final, es un problema de dinero, millones que van y vienen, que no  quieren tener nada que ver con la otra economía de los españoles; imagino que la troika belga no intervendrá las cuentas de los clubes de fútbol, entidades financieras que parecen estar lejos de toda sospecha. La deuda, declarada, de estas entidades privadas, que son de uso público, es de 3.500 millones de euros; la deuda con Hacienda, de más de 700 millones. Están en quiebra pero siguen funcionando, como el gobierno español. Los socios se desinteresan de la economía del club, sólo quieren resultados deportivos, y aceptan sin rechistar el precio de las entradas al estadio. Contra más partidos, mejor, que es como la proliferación de bares y cafeterías en esta época de crisis. Quedarse solo en casa es un martirio; gritar en el estadio, una liberación; tomar una cerveza en un bar, una disculpa que nos permite la crítica libre del estado del país y el correspondiente arreglo, sustituyendo la inutilidad de los padres de la patria, en un lugar en el que nada nos compromete. Evasión de la realidad, en una palabra. Me explico: No fui antifutbolista; jugaba cuando este deporte aún tenía algo de romántico.
PABLO DEL BARCO

lunes, 6 de mayo de 2013


EL CARRO DE LA LEJÍA, 7, mayo,2013.
EL ENGAÑO DE BOSTON Y LA INVENCIÓN DEL TERRORISMO
He recibido un vídeo espeluznante con imágenes del atentado de Boston desde la misma línea de meta. Se ve con claridad cómo unos operarios colocan allí a una persona sin piernas, cómo otros obreros desordenan intencionadamente el escenario para dar más visos de atentado, cómo los policías cambian su uniforme por ropas de paisano… Pueden verlo con el título “El engaño de Boston desde la línea de meta”, vídeo del Canal de Iván. Parece tan auténtico como las imágenes que nos ha ofrecido insistentemente la TV norteamericana; no tiene aspecto de ser un montaje; son las mismas imágenes que hemos visto tan repetidas, a las que se aplica una mirada diferente, que nos permite ver lo que a simple vista no se ve, no quieren que veamos. Al menos nos pone en la duda.
El presidente Bush, que sabía mucho de tramas ocultas en su inculta y criminal cabeza, se inventó la existencia de armas de destrucción masiva para declarar la guerra a Irak, después de decir diez años antes, 11 de septiembre de 1991, en el Congreso, que era posible un nuevo orden mundial. Esta actitud es antigua como la humanidad: Nerón incendió Roma para acusar a sus enemigos los cristianos; Adolf Hitler incendió el Reichstag para crear un estado de terror y culpar al pueblo judío; el presidente Roosevelt tenía conocimiento previo del ataque de Pearl Harbor, que fue una excelente excusa para entrar en la Segunda Guerra Mundial; el abuelo de Busch financió a Hitler en su alocada extinción. De la guerra de Vietnam y la masacre estadounidense tenemos buena memoria. Y de otros muchos acontecimientos mundiales marca USA. En lo que atañe a nuestra historia en un momento decisivo:
El 15 de febrero de 1898, con el pretexto de que el ejército español había hundido el obsoleto acorazado estadounidense “Maine” en el puerto de La Habana, Estados Unidos declara la guerra a España. Está archidemostrado que fue el gobierno USA quien hundió el buque, con algunos marines dentro para justificar mejor la violencia y tener una brillante excusa para la guerra, y el posterior dominio de las antiguas colonias españolas; dominio sutilmente político y descaradamente económico. Algún sector español aprovechó, y aún colea, esta argucia para acusar al gobierno de Zapatero con ocasión del atentado del 11 M. Pero el material usado entonces y el que utilizan los (supuestos) terroristas musulmanes de Boston no tiene ningún parecido.
Estos hechos definen al gobierno norteamericano como el auténtico inventor del terrorismo moderno: creación de un estado de pavor al que las autoridades, defensoras del pueblo asustado, encuentran una solución contra sus “enemigos”; inventores del terrorismo y héroes del castigo a los “terroristas”. En el atentado de Boston hay muchas cosas sin aclarar, muchas que no se aclararán nunca, a las que se está buscando a toda prisa una justificación con hechos, reales o inventados. Han encontrado a dos chivos expiatorios para convencer al pueblo creyente, lanzando cables de conexión con Bin Laden y el terrorismo musulmán, el terror por antonomasia porque ellos lo han definido así. Han llegado las inculpaciones a España, país ahora sin criterio y sin agallas para construir su propia historia, con un gobierno al que mueven los peores vientos.
Ayer decía públicamente la Cospedal -ese horror lingüístico, incoherente y falsario que no quiere convencerse de su inutilidad para el bien- que gracias a Rajoy España se ha salvado de un crack económico; el crack es el terror para nuestra economía, Rajoy el salvador, a pesar de la catastrófica marcha del país, hipotecado hasta 2015, en que bajarán impuestos, justamente en la fecha de las elecciones: “Bajaremos los impuestos cuando sea posible”, ha dicho Supermariano, con su eterna cantinela de lo impreciso y vano. Al fin, el Presidente, acéfalo con cerebro alemán, no ha dicho una mentira. Felicidades, españoles, nos siguen considerando idiotas sin arreglo. ¿Querrán así protegernos del maligno? ¿El maligno estaba en Boston también?
PABLO DEL BARCO

domingo, 14 de abril de 2013


EL CARRO DE LA LEJÍA. 14 abril 2013
La España (i)Real (4)
El año 1969 Juan Carlos se adhirió a los principios fundamentales del Movimiento, con lo que traicionaba a buena parte de los españoles, justamente a los que el levantamiento de Franco había traicionado. Traicionaba también a su padre, Don Juan, legítimo aspirante a una monarquía desprovista de todo privilegio y posesión por la República en 1931. Volvía a traicionar a buena parte de los españoles en 1975, co-firmando con el dictador una condena por cinco muertes injustas que provocaron el rechazo y la reprobación de todo el mundo. Traicionó al ejército el 23 de febrero de 1981 con el golpe de Estado que él mismo organizó, según está demostrado y publicado, y traicionó de nuevo al pueblo español con esta mentira que se oculta permanentemente. La liberación de secretos políticos recientemente nos ha descubierto que el 5 de noviembre de 1975 el príncipe Juan Carlos le había desvelado al presidente de USA cuáles iban a ser los siguientes movimientos de Franco con respecto al Sáhara, traicionando así a su mentor, o, como dice el pueblo, mordiendo la mano que le daba de comer. Como pago a tanta traición, todos los partidos políticos aceptan y aplauden la figura del rey. Yo sé que esta figura es inviolable, pero no es incriticable, situación de hecho que le ha permitido al monarca saltarse a la torera toda compostura moral, hasta llegar a una situación vergonzosa, criticada fuera y dentro de España.
Cuando la monarquía se asusta porque ha dejado de ser un elemento folklórico y se le empiezan a pedir cuentas, decide apuntarse a la transparencia, pero, eso sí, con algunas reservas, que la verdad absoluta queda para el pueblo vulgar. Así podrá de nuevo campar a sus anchas, porque aquí le reñimos servilmente pero no le criticamos con justicia, como se merece tan alta figura. Nos enteramos de la herencia recibido por el rey de su padre (¿De dónde la sacó si la II República desposeyó a la Monarquía de sus bienes?), pero nadie nos dice nada de este caudal que resolvería miles de desahucios; si está en Suiza, algo ilegal para todos los españolea, o si pagó los derechos correspondientes a Hacienda en caso de estar en España. El rey, que recuperó su sueldo de antes de julio de 1012 (sueldo anticrisis), no está sometido a la fiscalización del Tribunal de Cuentas, con lo cual traiciona también a este pueblo sometido cada día a más impuestos, más privaciones y más hambre. El rey paga (nosotros pagamos) el uso de una casa patrimonio nacional a su amante, a la que transporta en helicópteros y aviones oficiales, con la que, según se insinúa, tiene otros chollos además de los sexuales, y casi nadie dice nada en el Congreso. Al rey se le implica presuntamente en los presuntos negocios sucios de su yerno Urdangarín y su infanta Cristina y aquí tampoco pasa nada; y todavía se protesta por la imputación de la hija del rey, como si tuviera patente de corso y no fuera un presunto corso en sí misma. Yo recuerdo el embolado económico de su alteza hace años, del que tuvo que salir fiador Manuel Prado y Colón de Carvajal, intendente del rey, que acabó con los huesos en la cárcel. ¿Merecería Juan Carlos el nombre de “el rey tapado”, como lo fue en la toma de posesión de Arturo Mas?
¿También hay “transparencia” para conocer cómo el rey ha acumulado la fortuna que se le supone de más de 1.800 millones de euros? Hay muchos documentos, que no se sacan la luz. Veamos uno: la carta firmada por Juan Carlos I y dirigida al Sha de Persia, el 4 de julio de 1977; el monarca, tras una descripción de la situación política escribe: "me tomo la libertad, con todo respeto, de someter a tu generosa consideración la posibilidad de conceder 10 millones de dólares como tu contribución personal para el fortalecimiento de la monarquía española". Nadie pensará que esta cesión sería a cambio de nada. Del cobro de comisiones por la venta de petróleo hay más que leyendas, y muchos viajes a los pozos negros. Y una larga lista de actividades, propulsadas algunas por el gobierno del PSOE, para engordar la bolsa real. Eso explicará por qué este partido quiere también mantener al rey a toda costa, dando explicaciones ridículas a veces para hacer compatible su postura con su ideología republicana.
Tal vez por eso quieren salvar sus culpas acuciándonos, suavemente, sobre la necesidad de abdicación de Juan Carlos en beneficio del príncipe Felipe. Pero ¿dónde está legislado esto? ¿Dónde está el cómo, por qué y cuándo de la abdicación y transferencia de poder? ¿Cuando quiera este rey al que todo se le consiente como si fuera, que lo es, el dueño de España? ¿Y que pasaría si se reconociese como legítimo hijo del rey al hijo bastardo Albert Solà Jiménez, que con sus 56 años y un ADN concluyente es el primogénito del monarca y por lo tanto heredero de la corona?
En estos tiempo de modernidad y crisis me parece inútil la figura del rey y un pago excesivamente caro por este monarca reinsertado en la vida española, dueño de traiciones a diestro y siniestro, despreocupado de la realidad de los españoles, de los que parece querer sólo sus aplausos y la disposición de sus ahorros. Parece que está en nuestro ADN personal una actitud servil ante la monarquía, unido a un pactado mutismo de los medios de comunicación y los partidos políticos. ¿Por qué a nadie se le ocurre plantear un plebiscito sobre si queremos o no la monarquía en nuestro país? Porque hay un miedo espantoso a que al pueblo español le entre la cordura y diga que nunca más, que para qué.
PABLO DEL BARCO

martes, 26 de marzo de 2013


EL CARRO DE LA LEJÍA, 26 marzo 2013
La España (i)Real (3)
En su retiro de Estoril, vivía don Juan, padre del actual rey, en un exilio de largos tragos de ginebra; se le conocía como “señor dry martini”. Me decían los miembros del Consejo monárquico de don Juan que a partir del mediodía era difícil conversar con él. En aquel espacio de monarquía rampante silenciosa creció Juan Carlos. Tuvo una educación precaria y en solitario, que obtenía pocos frutos dada su poquedad intelectual, con la salvedad de su iniciativa y actividad amoroso sexual despierta desde muy temprana edad, herencia borbónica. Su salida a la luz pública fue un tanto desgraciada, con la muerte de su hermano Alfonso el 23 de marzo de 1956, por un disparo de Juan Carlos. El accidente no es criticable en sí, pero lo es el que se fuera como fugitivo tras el funeral de Estoril, donde vivía, evitando el atestado correspondiente, que aún hoy colea. De las teorías sobre la no casualidad del hecho no voy a comentar nada. Don Alfonso, “el senequita”, era el preferido de la madre.
Pero casualidad no hay en la traición de “Juanito” (así llamaban al actual rey de España, nacido ochomesino en Roma) a su padre don Juan, heredero legítimo a la corona española, después de que el primogénito de Alfonso XIII, Alfonso, hemofílico, renunciara a la corona por el amor a una cubana; se casó de nuevo, también infelizmente, con otra cubana; murió desangrado en un accidente de tráfico. El segundo hijo Jaime, sordomudo, que más tarde se arrepintió y quería ser rey de España, se esposó con una cantante de origen prusiano; algo trajinaba Franco, que casó a su nieta Carmen con Alfonso, hijo de Don Jaime. Eran de esperar estos desafueros en la estirpe de los Borbones, con muchos antecedentes de desequilibrados mentales, como Felipe V (primer Borbón español), o Fernando VI, que se empeñaba en no defecar tapándose el ano con la parte alta de una silla; murió esparciendo mierda a su alrededor. Bella paráfrasis regia.
El 23 de julio de 1969 Juan Carlos hizo el juramento a título de sucesor de Franco, aceptando los Principios del Movimiento y las Leyes Fundamentales. Dicho de otra manera, sucesor del gobierno ilegítimo de Franco, obtenido por las armas con una escandalosa nómina de españoles muertos. Todo ello después de un tiempo sometido a los caprichos del dictador, de aburrimiento “soberano” en el que debió aprender los rincones más “sugestivos” de España, siguiendo los antecedentes reales, y con los bolsillos vacíos, que medio llenaba con préstamos de amigos (escasos) o de banqueros interesados. Quiso ser granjero de gallinas y cerdos en palacio para ocupar su principesco vagar, como su tío Alfonso; tal vez de ahí le venga el interés por las ganaderías.
Este es el rey que tenemos, heredero de la dictadura, que aplaudió muchas veces. Yo no puedo olvidarme del 1 de octubre de 1975, en la plaza de Oriente de Madrid, cuando Franco convocó, a golpe de bocadillo, viaje gratis y dieta, la última manifestación fascista para justificar las últimas condenas a muerte de tres miembros de FRAP y dos de ETA. Yo estaba en el juicio como enviado especial de la revista Sábado Gráfico. Y aquel día vi y padecí la vergüenza de ser desalojado de la sala del juicio, con los enviados de Amnistía Internacional, a pesar de los esfuerzos y la lucidez de Juan María Bandrés, abogado de Garmendia, para que nos permitieran informar. Es uno de los peores bochornos que he sufrido en mi vida. Se cerró la puerta y nadie pudo saber lo sucedido en su interior, salvo de las condenas, mientras, en la fría madrugada burgalesa, la novia de Garmendia, enfermera, nos decía con dolor que su novio nunca pudo haber firmado el acta de autoinculpación porque no tenía función motora alguna; solo una mano ajena pudo haber estampado la firma; o un imitador. Naturalmente mi artículo fue censurado en la revista, cerrada para la ocasión. Pude publicarlo en El Caso, revista de crímenes y asesinos, que le iba muy bien al caso. El 1 de octubre el príncipe Juan Carlos apoyaba con su presencia y sus palabras la actuación maquiavélica del senil dictador en la plaza de Oriente madrileña. Al día siguiente salía yo, avergonzado, para Brasil. Todavía más tarde, el 18 de julio de 1978, la Casa Real emitía un comunicado que no dejaba lugar a dudas sobre el calibre moral del futuro rey:
 “Hoy se conmemora el aniversario del Alzamiento Nacional, que dio a España la victoria para llevar la paz y el bienestar a todos los españoles. Surgió el Ejército, escuela de virtudes nacionales, y a su cabeza el Generalísimo Franco, forjador de la obra de regeneración”. (Continuará) PABLO DEL BARCO